Un barrio cerca del cielo o el pesebre, así es llamado el famoso barrio Siloé, entre las montañas lejanas de Cali con sus calles estrechas y casitas por montón, este que al anochecer se lleva la miradas de todos por su gran estrella alumbrando, pero no siempre ha sido visto como un lugar seguro. Desde muy atrás permeado por la violencia, la sangre, sed de venganza y el odio fue un escenario de terror para la gente de Cali y mucho más para los habitantes de Siloé, la vulnerabilidad de este lugar crecía de familia en familia, es ahí donde muchas personas se quedan y salir de ese ‘’hueco’’ les es imposible.

Pero como el ave fénix que renace entre sus cenizas, sus habitantes resurgieron de sus ruinas, cada persona sin importar su pasado tiene derecho a empezar de nuevo, cada esfuerzo por no estancarse se ve reflejado en el presente. Un joven que se dedicaba a las drogas, las armas y abusar de las pertenencias de otras personas sin saber hacer nada más, es para muchas personas un ser ‘‘perdido’’ pero en esta historia no es así, ese mismo chico que ‘’no tenía futuro’’ es el mismo que ahora trabaja pintando, vendiendo artesanías y hasta cantando, es el mismo que cambio un arma por una pala, un micrófono o un pincel. Sus vidas, sus ojos y su corazón volvieron a brillar como esa gran estrella que ilumina Siloé desde lo más alto.

Cada sueño que se veía tan lejano e imposible de cumplir está más cerca de lo que se piensa, ahora el barrio está permeado de felicidad, resiliencia, de gente emprendedora, de amor y de mucha valentía. Se tiene que ser fuerte de alma y corazón para seguir queriendo una mejora aunque se esté hundido en la oscuridad, sus callecitas ahora se ven rodeadas de personas externas al barrio, de gente que disfruta su música, su comida y colores, de personas que se dan cuenta que Siloé no es como lo pintan si no como lo pintamos. El ejemplo de los niños, el futuro del país, ahora son estas personas en que no creyeron y que ahora con hechos han demostrado la superación, se respira aire fresco y tranquilidad, los estigmas quedaron atrás en el momento en que empezamos a creer en nosotros mismos y a tener empatía por los demás.